A diario, los pesados troncos de algarrobo parecen hundir los camiones en el asfalto rumbo al túnel Hernandarias. Son las mismas maderas que, en pocas horas, se convertirán en tablas y luego, en mesas, modulares o juegos de dormitorio. Tanto el algarrobo negro (Ibopé hú) como el blanco (Prosopis nigra y alba) ofrecen una madera que los muebleros pueden utilizar apenas es aserrada, verde. Esta cualidad condena a la especie, en comparación con otras que obligan a esperar dos o tres años para que su madera se seque. "El distrito del algarrobo entre Feliciano y La Paz ya fue devastado; Alcaraz es la vergüenza provincial, se cortó todo; los aserraderos están cerrados y ahora se lanzaron sobre Bovril", denunció Cura. No sólo la tala. También la falta de reforestación agudiza el problema.
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